Capítulo 26: El polvo del olvido



Me da miedo olvidar a Mamen, pero más miedo me da engancharme a ella, a nuestro pasado, y no poder seguir adelante. Todo radica en que me cuesta pensar fríamente nuestra relación y tomar distancia. Todavía tengo pegado su olor a mi piel.

Nunca pensé que mi cabeza fuera la que me obligara a tener sexo con otra persona aun cuando a mi cuerpo no le apetece. Pero Vero me lo pone muy fácil.
Estoy bajo el umbral de su piso compartido. Lleva una blusa blanca pero no sujetador, por lo que se le transparentan los pezones. Trago saliva y le propongo salir a tomar algo antes, en plan cita, porque a mi no me gusta el sexo sin más. Se niega.
-Esto es sexo sin más. Quiero que te quede claro antes de que te lances a hacer nada.
-Ya, pero yo nunca he hecho el amor con alguien que no me atraiga como persona.
Vero me mira de arriba a abajo con una ceja levantada.
-Vamos a ver, además de Mamen, ¿te has acostado con alguien más?
Me pongo roja de inmediato, desvío la mirada y miro al techo intentando recordar mis polvos anteriores. Mientras tanto, Vero sigue cuestionándome con la mirada.
-Pues... -hago un ruidito con la boca antes de contestarle. -No.
Vero pone cara de “me lo imaginaba” y me agarra la cara con las dos manos.
-No vamos a hacer el amor. Vamos a follar.
Debe notar que estoy ardiendo porque retira las manos como si se hubiera quemado.
-Eres igual de mandona que Mamen -le suelto.
Ella cierra la puerta de su cuarto con estrépito.
-Última norma: prohibido nombrar a Mamen en esta habitación -dice un poco ofendida. -Y a partir de ahora, mandas tú, que eres la experta.
Se me acelera el corazón y me saltan las alarmas.
-A ver, experta experta tampoco soy. Como te he comentado, Mamen ha sido mi primera vez. En todo.
-Te cedo el mando y no lo quieres pero luego me llamarás mandona.
Me quedo sin palabras. Me pregunto por un instante si ese fue el origen de mis problemas con Mamen pero no recuerdo que me cediera el mando en ningún momento. Si acaso alguna vez en el sexo porque le daría morbo el rollo sumisa. Por lo demás, nada. De hacerlo, seguro que no lo hubiera querido. Era mi primera relación, todo era nuevo para mi, ella era la experta, suponía que todo era normal.
Vero comienza a desabrocharse la camisa y frena mi tormenta de pensamientos. Me envalentono.
-Deja, ya lo hago yo.
Me acerco a ella y le desabrocho el segundo botón que está casi en el obligo. Abro un poco la camisa y beso su piel. Sigo desabrochando botones y besándole el cuello. Ella echa la cabeza para atrás pero tiene los brazos muertos.
Le quito la camisa y descubro sus pechos. Son preciosos, grandes, duros, redondos. Simplemente perfectos. La cadena dorada que tiene colgada al cuello recorre todo su escote. Paso los dedos por los eslabones hasta rescatar la medalla atrapada en el canalillo.
-¿Qué virgen es?
-La Virgen de las Nieves -contesta. Me la quita de las manos y la sostiene delicadamente entre sus dedos. -¿Ves esta media luna a sus pies?
Yo asiento pero apenas veo a la virgen. Tengo la mirada clavada en los pezones de Vero.
-Simboliza el triunfo del tiempo sobre las cosas -continúa. -Me la dio mi abuela y me dijo: que la vida no te de lo que puedas soportar.
Levanto la cabeza y le interrogo con la mirada.
-Yo tampoco lo entendí cuando me lo dijo. Luego se murió mi padre y tuvimos que seguir adelante sin él. Entonces lo comprendí.
Quedamos en silencio un momento, ella con los pechos al aire y yo tratando de comprender lo que me acababa de contar Vero. Me siento estúpida por llorar por una relación de escasos cuatro meses cuando ella ha podido superar la muerte de su padre.
-Entiendo muy bien a la Virgen de las Nieves -digo por fin. -Yo también querría vivir eternamente entre tus tetas.
Vero suelta una carcajada y se lanza hacia mi con un beso impetuoso que me obliga a echar el cuerpo hacia atrás. En ese instante, se acaba la dulzura.
Nos enzarzamos en una vorágine de besos húmedos y cuerpos desnudos.
-Vamos a la cama -me dice Vero.
Niego con la cabeza y le empotro contra la pared. Me encantaría tener tres bocas para comerle entera. Me siento como en un hotel con bufé libre. Tiene la piel suave, ni un sólo pelo fuera de lugar, ni un gramo de grasa por ningún lado y con el culo duro y un poco respingón. A pesar de que yo soy todo lo contrario, no siento vergüenza o complejo alguno. Estoy aquí para follar y para probar otra piel. No para ser juzgada. Es lo que Vero me hace sentir: una libertad absoluta para hacer lo que quiera con su cuerpo.
Me arrodillo ante ella y la miro desde abajo.
-Estoy sudando como nunca -me dice.
Le obligo a que abra un poco las piernas y le beso el interior de los muslos. Con una mano, le aprieto las nalgas y las piernas, con la otra juego en el interior de su coño.
-Nico, me pasa una cosa -dice Vero entre jadeos.
-¿Qué ocurre?
Trata de encontrar huecos en su respiración para sacar frases coherentes.
-Echo de menos una polla. Estoy tan caliente que quiero una penetración ahora mismo.
Busco por la habitación algo con lo que satisfacer su deseo pero no encuentro nada.
-¿Tienes un vibrador o algo?
Dice que no con la cabeza.
-Pues te aguantas las ganas. Te prometo que no te va a hacer falta.
Le lamo muy suavemente los labios que se abren poco a poco invitando a mi la lengua a entrar en su cueva.
Vero pone una pierna sobre mi hombro y se agacha un poco, ayudándose de la espalda para apoyarse en la pared y no caer al suelo.
-Dios...
Sus piernas no tienen grasa pero tampoco músculo así que es incapaz de aguantar su propio peso y acaba cayendo lentamente al suelo, arrastrándome a mi con ella. Sobre la tarima de su habitación, continúo comiéndole el coño.
El cuerpo de Vero me pide que acelere el ritmo pero yo tengo el control y prefiero seguir haciéndolo suave. Se incorpora y me toca la espalda. Me la araña. Me acaricia la cabeza y se vuelve a tumbar. Un líquido comienza a salir lento de su interior. Vero se retuerce y gime constantemente.
-Me muero. Se me va a salir el corazón.
Abre más las piernas. Le agarro con fuerza y me pongo de rodillas de manera que ella queda apoyada al suelo sólo por la parte alta de su espalda, dejando el resto del cuerpo al aire, mis hombros soportando sus piernas y mi cara completamente hundida entre sus muslos. Como las manos me quedan libres, le acaricio con fuerza las tetas, el vientre y la espalda.
Ya no sé qué hago con la lengua. Hace rato que he perdido la sensibilidad. No obstante, no paro hasta que ella me lo pide.
Queda despatarrada en el suelo, jadeando y respirando con dificultad.
-¿Tienes una toalla o algo?
Con dificultad, me señala la mesilla de noche. La abro y encuentro unas toallitas húmedas con las que me limpio la cara. Me siento en el suelo frente a ella y contemplo cómo sus tetas suben y bajan y su coño se va cerrando poco a poco.
-¿Podrás volver a acostarte con un tío? -le vacilo.
Ella se incorpora lentamente y se pone unas bragas y una camiseta.
-Sí, no te preocupes por mi. Y tú, ¿podrás pasar sin sexo conmigo?
La pregunta me sorprende y necesito un momento para pensarla y reflexionar. Vero tiene un cuerpazo, pero no es eso lo que más me ha gustado de follármela. Lo que más me ha gustado ha sido la libertad, la deshinibición, probar algo nuevo, esa piel nueva que decía ella, tener todo el placer del sexo pero sin lo agridulce de una relación. Suspiro.
-Estás buenísima, tía, pero sobreviviré.
Me visto yo también y hablamos un rato de Susan Sontag, literatura y feminismo y poco tiempo después me marcho de su casa con la convicción de que he perdido una amante pero he ganado una amiga.

Al salir a la calle, respiro hondo. Noto que mis pulmones están un poco más limpios y que alguien ha vuelto a poner esa pátina de pintura que ocultaba la absurdez del mundo.
-Viva la Virgen de las Nieves -me digo a mi misma.


Comentarios

  1. Me río mucho, muy fuerte y por motivos diversos XDDD

    Me alegro de que a Nico le haya ido bien la experiencia, que estas, a veces, las carga el diablo :P

    ResponderEliminar
  2. Yo también me reí escribiéndolo.
    Me alegro de que te alegres ;)

    ResponderEliminar
  3. en mi país eran mas o menos las 5am. cuando publicaste el capítulo y a esa hora lo leí pero no pude comentar.
    No sé que decir: "Nico eres una campeona!!" o "Nico, ya te diste el gusto ahora a continuar". No conocía a esa virgen de las nieves, pero si me hará encontrar a una Vero como esta voy a empezar a rezarle diario. Ahora la pregunta es... se enterará Mamen de esto???? ojala que sí, desgraciada. Ahora a esperar a que Nico deje de estar dolida. Sigo esperando que la chica del tren regrese...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por comentar y por leer a altas horas de la madrugada.
      Antes del verano, tendrás respuesta a tus preguntas ;)

      Eliminar
  4. Jajajajajajajajaja quisiera ser virgen de las nieves! Bien por nico, una campeona!!

    ResponderEliminar
  5. Gracias por escribir ♡

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un placer. Yo también estoy disfrutando mucho con la historia ^_^

      Eliminar
  6. Que viva la Virgen de las Nieves, el deshielo que produce y el lugar en el que vive.

    ResponderEliminar
  7. Me dan ganas de ser medallita de virgen. (?)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por comentar :)

Entradas populares de este blog

"Aquí se quisieron Carla y Nico" y las cosas del querer

"Nico, por favor" en PDF

Capítulo 22: El vértigo