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Mostrando entradas de mayo, 2015

Capítulo 31: Rebobine, por favor

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Mi padre tiene un vídeo VHS. Le tiene un aprecio tremendo porque le costó una pasta y porque tiene mando a distancia. También tiene una gran colección de cintas VHS que no ve por miedo a estropearlas. Hace no mucho me enseñó cómo funcionaba. Metió la cinta de “La princesa prometida” y le dio al play. La calidad de la imagen era pésima pero le daba una curiosa textura que encajaba muy bien con aquella película. La vimos sin pestañear. Cuando acabó, le pedí que pusiera la escena de la lucha de esgrima porque me había encantado. La cara de mi padre fue un poema. Se puso las gafas, localizó en el mando el botón de rebobinado y la cinta comenzó a hacer un ruido bestial. -¿Qué ocurre? -le pregunté asustada. -Se llaman cintas por algo. Dentro de la carcasa hay una cinta con la película impresa. Ahora está recogiéndose en uno de los carretes hasta que llegue al final o hasta que yo le de al stop cuando crea que he llegado a la parte que quiero. Me costó pillarlo porque llevaba toda

Capítulo 30: ¿Y si fuera ella?

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Raúl lanza varios papeles al aire y nos caen encima lentamente. Son los apuntes de nuestro último examen. -¡Dios, pensé que no llegaría nunca este día! -grita al aire. Yo no estoy tan liberada. Sí, hemos acabado los exámenes, pero a mi me espera un verano muy aburrido. Sólo unas tristes prácticas en una emisora de radio de onda corta en pleno agosto. -Vente con nosotros a la playa! -No tengo pasta. Y ganas tampoco. -Vale, abuela. Estás de un coñazo últimamente... Molabas más cuando eras una folladora. Le miraría con odio pero no tengo ganas de discutir. Encojo los hombros y camino hacia el metro arrastrando los pies. -Oye, esta noche nos vamos de fiesta, ¿no? -me dice ilusionado. -Para celebrarlo. Resoplo. -Va, tía, desconecta un poco. Te has dejado los cuernos este mes estudiando, has sido como una monja de clausura y apenas te has relacionado con la gente. Te toca disfrutar. -¿Disfrutar el qué? ¿Otra noche donde la única diversión es beber alcohol en un bar con

Capítulo 29: Quizá

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Mi madre se interpone entre la puerta y yo mientras me mira de arriba abajo. -¿Pero otra vez vas a salir, hija? -Ay, mamá, no empieces -le respondo cansada. Intento esquivarla y ella tampoco me lo pone muy difícil. Cuando abro la puerta dice su última palabra. -Que sepas que no me gusta nada lo que haces. Una cosa es que seas… -se le queda atrapada en el paladar la palabra L, -y otra que pienses que puedes hacer lo que te da la gana. Mientras sigas viviendo en esta casa… Entorno los ojos al oír esa frase. Su casa, sus reglas. Nos sabemos el discurso de memoria. -Vamos, mamá, pero si estoy trayendo buenas notas. Mi madre refunfuña. Sabe que tengo razón, pero yo también sé que no puedo utilizar ese argumento para mi defensa. No es mi papel como estudiante lo que está en cuestión. -Es la última, lo prometo. Abro la puerta y me marcho. Corte a exterior. Puerta de la discoteca. Noche. Veo a las chicas hacer fila para entrar, como si fueran ganado para la marca.

Capítulo 28: En el alambre

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Ando sobre un alambre muy fino, pero me mantengo. De lunes a jueves soy la perfecta estudiante, saco adelante la carrera, me esmero por sacar nota y dejo a mis padres contentos. El fin de semana salgo a ligar y a mi madre se le amarga el gesto porque siempre llego a deshoras y se piensa que me drogo. Ligar no se me da mal y mi fama comienza a precederme por lo que cada vez es más fácil. Coches, parques, baños, habitaciones compartidas… Ningún escenario se me resiste y me sorprendo a mi misma haciéndolo de mil maneras diferentes. Cual vampira, me alimento del poder de dar placer. Es adictivo y me eleva a los cielos. Pero todo tiene una cara b, una bajada a los infiernos. Conforme se acerca el viernes, se me pone un nudo en el pecho que aún no sé a qué se debe. Esta noche es viernes así que toca salir. Lo quiero fácil y lo quiero ya, así que empiezo a cruzar miradas con una chica que lleva falda. Es bajita, musculosa y con el rostro muy dulce. Ella ya sabe lo que quiero y

Capítulo 27: De Oca a Oca

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Me he llevado algo de Vero después de acostarnos (además de sus apuntes de Opinión Pública). Algo que no sé exactamente qué es pero que hace que me sienta segura de mi misma y con ganas de más. A veces me sorprendo pensando en Mamen como algo lejano aunque no hayan pasado más que unas pocas semanas. También me he dado cuenta de que no recuerdo la cara de la chica del metro. Sólo su pelo largo, liso como una tabla y moreno. Esto me da más pena que lo de Mamen, la verdad, aunque estoy casi segura de que si la volviera a ver, sabría que es ella. Son como mis dos fantasmas que me siguen allá donde vaya. Aunque más que como fantasmas, las siento como losas, historias no cerradas que me inquietan por las noches y no me dejan dormir. Cuando vuelvo a la facultad algo ha cambiado. Algunas chicas y muchos chicos me miran con cierta envidia al pasar por su lado, me dan un un repaso y se dan codazos unos a otros. -¿Has contado lo nuestro? -le pregunto en un mensaje a Vero. -Sí, ¿hay

Capítulo 26: El polvo del olvido

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Me da miedo olvidar a Mamen, pero más miedo me da engancharme a ella, a nuestro pasado, y no poder seguir adelante. Todo radica en que me cuesta pensar fríamente nuestra relación y tomar distancia. Todavía tengo pegado su olor a mi piel. Nunca pensé que mi cabeza fuera la que me obligara a tener sexo con otra persona aun cuando a mi cuerpo no le apetece. Pero Vero me lo pone muy fácil. Estoy bajo el umbral de su piso compartido. Lleva una blusa blanca pero no sujetador, por lo que se le transparentan los pezones. Trago saliva y le propongo salir a tomar algo antes, en plan cita, porque a mi no me gusta el sexo sin más. Se niega. -Esto es sexo sin más. Quiero que te quede claro antes de que te lances a hacer nada. -Ya, pero yo nunca he hecho el amor con alguien que no me atraiga como persona. Vero me mira de arriba a abajo con una ceja levantada. -Vamos a ver, además de Mamen, ¿te has acostado con alguien más? Me pongo roja de inmediato, desvío la mirada y miro al t

Capítulo 25: Win-Win

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La sensación de absurdez continúa desde que lo dejé con Mamen. Me costó tiempo ser consciente de que lo habíamos dejado. Casi tanto como el que me llevó certificar que éramos novias. Y aun no las tengo todas conmigo respecto a cuál era nuestro estatus. Al principio, me mensajeaba constantemente, pero ya ha dejado de hacerlo. Me pedía disculpas y me decía que no habíamos tenido timing o no sé qué mierdas. Me duele pensar en ella porque me encantaría odiarla y no puedo. También me duele pensar en cómo acabó todo. Sin un adiós en condiciones. Quizá aquel beso de pinceladas suaves y largas fuera el adiós que ella me estaba dando consciente de que ya no nos volveríamos a ver. Seguro que era así. Mamen no da puntada sin hilo. Siento un hueco enorme casi todo el tiempo porque casi todo el tiempo mi mente estaba ocupada con Mamen. Trato de buscar espacios en los que no estuviera y los encuentro en clase y en algunos ratos con Raúl, que evita mencionar a Sergio para no desatar mi

Capítulo 24: Lo absurdo

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Creo que si me pongo a echar cuentas, me paso más horas en la cafetería de la facultad que en clase. La cafetería es un lugar de encuentro y de intercambio. De apuntes, principalmente. Y o he tenido que echar manos de esta red de apuntes porque he faltado algunas horas a clase por ir a casa de Mamen, pero es algo que no me gusta. Es un poco como la droga: te pueden decir que la mierda es buena pero como te salga mal, lo pagas en el examen. Me he prometido a mi misma centrarme un poco más y aprovechar estos días hasta que vuelva Mamen para organizarme lo que queda de curso. Pero no me lo van a poner fácil. -Hola, hermosa -saluda Raúl cuando alcanza la mesa en la que estoy sentada. -Hola. -¿Qué tal Londres? ¿Qué tal con Mamen? Resoplo y niego con la cabeza. -¿Qué ha ocurrido? -pregunta un poco alarmado. -Pues no estoy segura. Mamen ha estado rara. Un poco fría. Es decir, yo esperaba un finde de pasión y caricias y ella me recibe con un mapa lleno de lugares turísticos