Capítulo 37: Devoción
Camino en una nube hasta llegar a casa. Ni la mochila me pesa. De vez en cuando, recuerdo a Carla y sonrío. Mis padres trabajan así que no hay nadie en casa a estas horas. Me despojo de la mochila y de la ropa y me meto directa a la ducha. Una idea cruza mi cabeza como un rayo: ¿Y si no me llama? -Nico, no empecemos. Trato de poner la mente en blanco. Me concentro en el agua que cae tibia sobre mi cuerpo y hace carreras por mi piel. Una de esas carreras se escurre por el interior de mis muslos y acaricia mis labios. Intento recordar cuándo fue la última vez que alguien me tocó con esa suavidad. Me apoyo en la pared y pienso en Carla. La pienso con tanta intensidad que casi la noto junto a mi, con sus pechos pegados a mi espalda, acariciándome, recorriendo mi cuerpo con sus dedos. Mantengo los ojos cerrados tratando de retener esta sensación, pero el tono de llamada de mi teléfono me saca a patadas de mi ensoñación. -Joder. Está en el lavabo, así que saco medio cuerpo...